viernes, 13 de julio de 2012

13, EL MALO DE LA FILA. Apuntes sobre la Triscaidecafobia

Siempre he contado con simpatía la anécdota que tuve en una ocasión en Nápoles, Italia, hace un par de años: en una fiesta de cumpleaños, un amigo nos invitó a su casa a cenar y previó todo menos el número de comensales; entre familiares y conocidos sumábamos 13 personas. Para un colombiano ese dato es verdaderamente irrelevante a la hora de sentarse a la mesa, pero para un italiano ese dato compromete la vida misma. Es un acto suicida. En una mesa de trece comensales se sabe que, en el arco de un año, uno de los presentes habrá muerto. Los italianos atribuyen el horror al número trece remitiéndose a los acontecimientos de la Última Cena de Jesús y sus discípulos (13 personas). Ya sabemos que la fiestica no salió muy bien que digamos, con más de un muerto encima. Bastante incómodo para los anfitriones fue hacernos entender que se trataba de algo más que de una simple superstición. Y es que cuando del número trece se trata, sobre todo en Europa, la situación no es de poca importancia. Aquella noche la gran beneficiada fue una de las empleadas que tuvo que dejar la pasta hirviendo mientras se sentaba a la mesa a probar el antipasto. Días después, en una aerolínea española, me cercioré, verdaderamente sin sorpresa, que la línea 13 de sillas no existía y poco a poco me fui enterando que en algunos edificios de París no existe el piso 13 sino el 12-A el 12B para pasar con un buen respiro al número14 y en Londres la mesa 13 de los restaurantes es un 12 bis; ejemplos los ha de haber ya, a estas alturas, por montones, de cuartos de hotel, programas de computación (recordemos que Microsoff Office pasó de la versión 12 a la 14 y WinZip hizo lo mismo, aduciendo ambos motivos de “unlucky”), formatos para pedir un préstamo (que nunca es concedido) o camas de hospital (de donde hay que salir cantando “La cama vacía”) hasta llegar a la temporada 13 del famoso reality “Gran Hermano” que lleva el sugestivo título de “Gran Hermano 12+1”. Y algún día escuché que un ayuntamiento de España declaran festivos los días 13 de cada mes cuando son laborales para evitar desgracias en el trabajo… Yo no sé si sea eso cierto, lo verdaderamente real es el pavor de muchos por el 13, el número maldito. Por estos lados americanos, de menos tradición cristiana pero no menos supersticiosos que los europeos, tuvimos el Apollo 13, que no pudo llegar a su destino por la explosión de un tanque de oxígeno, y el grupo musical Calle 13, que al menos para el expresidente Uribe fue, en su momento, toda una desgracia cuando en un concierto lo señalaron abiertamente de paramilitar. Esta aversión se llama técnicamente triscaidecafobia, por su etimología griega, y fue utilizada inicialmente por el psiquiatra Isador Corian en los albores del siglo XX para definir la psicosis del número 13. Miedo irracional como dirán algunos, pero para muchos todo un entramado de razones basados en hechos reales catastróficos desde la cena de Jesús, pasando por un viernes 13 de 1307 cuando fueron exterminados los Templarios hasta llegar al fatídico día del Anticristo, narrado en Apocalipsis 13. Lo cierto es que como cualquier fobia quien la padece es quien se hace la vida imposible. Cada uno llama las desgracias a las que quiera hacerles mérito y en definitiva, para muchos, dependiendo la actitud, la vida entera puede llegar a ser un eterno y siniestro viernes 13. Las desgracias no escogen números sino que eligen el azar y, si no me creen, el hecho de que Renault no haya sacado nunca el Renault 13 no hizo que los accidentes de tránsito se detuvieran y con ellos los muertos. Cuando toca, toca, y hasta en el suertudo 7 también hacen fiesta Las Parcas. Twitter: @rotoro30